miércoles, 10 de junio de 2009

Cullera

Cielo azul, Mediterráneo. Una hamaca bajo una sombrilla. El sol flambea sobre la mar en calma. Me dejo acariciar por la brisa que juega con mi pelo. Vago recuerdo a salitre en mi piel.
Poco a poco, la mar devora al sol mientras éste quema sus aguas con sus destellos ambarinos, reflejados sobre el azul plomizo.
Las olas rompen el ritmo de las horas en la orilla deshaciéndose unas en otras en una cadencia infinita.
Lentamente, llego al paseo de la playa. Los tamariscos, con sus ramas entrelazadas y sus hojas péndulas, parecen querer abrazarse a sí mismos. Paseo mis manos por su corteza rugosa, sus hojas pequeñas en forma de tejas y sus flores malva.
Me hundo en la noche en fiesta. En una terraza saboreo un granizado de limón. Decido cenar en el Hotel. Camino despacio. Después de la cena subo a la 412. Leo hasta que el libro se me cae de las manos. Otro día ha terminado.


Maria Jesús López lópez

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